Por Jaro Adrianzén
Andreas Horvath nos lleva a través de la ‘resaca’ del sueño americano. Lillian (Patrycia Planik) no tiene oportunidades ni siquiera en el estelar de la porno dura a la que postula. Su natal Rusia es la nueva tierra prometida, y planea llegar caminando. Deberá atravesar la ‘Big America’, adornada por sus panfletos nacionalistas y habitada por personajes de trazo grueso, como el redneck con el que se cruza.
Su travesía es a la vez un viaje histórico-peliculero a través de los Estados Unidos. La forma en que la cámara de Horvath la sigue se asemeja, por ratos, a la cotidianidad del documental. Recorremos junto con ella cañones, autopistas, montañas y desiertos. Como en una ‘road- movie’, pero sin auto. Visitamos a ciudadanos nativos y los escuchamos reclamar su tierra. Sentimos la desconfianza de algunos en tiendas de regalos y agradecemos el apoyo de otros, dueños de un clásico minimarket. En uno de los ratos más hilarantes, vemos a Lillian vestida con el típico (y corto) traje de mesera.